La vivienda social es considerada a menudo como ‘el patito feo’ de la arquitectura, con presupuestos ajustados y tiempos de construcción muy limitados por el concurso el resultado es en ocasiones desfavorable. Generalmente se sobreentiende que el resultado no debe ser estético, simplemente funcional; es decir se trata de solucionar un problema social, el derecho a la vivienda, de una forma rápida y efectiva. Afortunadamente ejemplos como el trabajo del estudio de Arquitectura ‘Dietmar Feichtinger Architectes’ desmienten las premisas anteriores. La vivienda social además de funcional puede ser estética y de calidad.

El proyecto del estudio con sedes en Île de France y Viena, ‘establece una interesante relación con los edificios colindantes’, se encuentra perfectamente incluido en el barrio de París en el que se localiza, entre una playa de vías y el Parque Georges-Brassens, una zona alejada de los típicos hotelitos de París o de las fachadas de Haussmann.

Unos listones de metal blanco son la seña de identidad del edificio, se trata asimismo del color más característico del ‘quartier’; de la misma manera, la forma en la que se han distribuido las ventanas es similar a la de los edificios próximos. Se trata de integrar al edificio en la calle a pesar de que ésta no ofrezca nada llamativo.

El diálogo principal de la construcción de Dietmar Feichtinger se establece con el edificio que se encuentra frente a él; y se estructura en 4 plantas más las 2 superiores en ángulo. ‘Una fachada con una fuerte identidad, que rompe su uniformidad en la planta baja, donde un plano transparente señala la entrada del edificio’.

Un vestíbulo principal da acceso a la totalidad de las viviendas bien sea por medio de un ascensor o de una escalera que se encuentra al aire libre cubierta por una red metálica en todo el perímetro, aportando un elemento de ligereza y modernidad a toda la estructura. Como broche de oro, un bajo consumo de energía y unos patrones de sostenibilidad máximos hacen del edificio una construcción eficiente.

Vía Diario Design